Una lágrima es eso que humedece los ojos del mundo. Y que el mundo se empeña en ocultar.
Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza, y queda detenida en la garganta, apretada en el corazó. Es tan profunda que no sabemos con certeza dónde nace, ni si podrá morir alguna vez.
A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda.
Una lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, un interrogante.
Una lágrima puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.
Una lágrima puede ser rebeldía o arrepentimiento; odio o amor; luz o sombra.
Una lágrima es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro.
Cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad, la lágrima une, estrecha, funde.
La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo en la amistad e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse.
La lágrima descubre. El que ignora tus motivos, no te conoce. La lágrima es un don.
¡Dichosos los que saben llorar!
Son perlas para el collar de la vida.
Son rocío para el temblor de una rosa.
Son estrellas para las manos de Dios.
Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza, y queda detenida en la garganta, apretada en el corazó. Es tan profunda que no sabemos con certeza dónde nace, ni si podrá morir alguna vez.
A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda.
Una lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, un interrogante.
Una lágrima puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.
Una lágrima puede ser rebeldía o arrepentimiento; odio o amor; luz o sombra.
Una lágrima es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro.
Cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad, la lágrima une, estrecha, funde.
La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo en la amistad e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse.
La lágrima descubre. El que ignora tus motivos, no te conoce. La lágrima es un don.
¡Dichosos los que saben llorar!
Son perlas para el collar de la vida.
Son rocío para el temblor de una rosa.
Son estrellas para las manos de Dios.
Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla
Del libro: "Corola nueva"
3 comentarios:
Ya lo dijo Jesús, en las Bienaventuranzas "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (Evangelio San Mateo)
Nadie mejor que Jesús sabe de dolores, soledad y quebranto.
En ocasiones unas lágrimas son al alma lo que la lluvia es a la ciudad; refrescan y limpian todo.
Linda Edelia, eres muy linda.
Un gran abrazo!
Veo que las dos hemos hablado de lágrimas últimamente.
Creo que tu comprendes muy bien su significado y la necesidad que tenemos los seres humanos de llorar,sobre todo cuando lo hacemos en silencio, sin estridencias, en el rincón más oculto de nuestras almas.
Un fuerte abrazo.
Hay tanto llanto callado en el mundo...Si sonara, acallaría los gritos de la ira, pero sigue callado porque el verdadero dolor se queda muy dentro del alma y sólo fluye, como un manso río, en forma de lágrimas.
Gracias, Edelia.
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