He llorado fuerte...y el llanto se fue.
No dejó un dibujo en el aire,
no dejó las marcas de su itinerario...
Pero nada se pierde,
todo se queda en el mundo:
seguramente las sonrisas hacen una parva,
poniéndose una al lado de otra,
una encima de otra...
y después se transforman en mariposas:
¿ quién puede afirmar que esa mariposa de alas
de seda que anda por ahí
no es la sonrisa de alguien que conociste...
o que no conociste,
alguien de este tiempo o de un tiempo pasado?
¿Y esa nube de tormenta que va ennegreciendo el cielo...
y esa otra que se le ha sumado...
y la que viene desde el otro lado,
no están hechas de gritos airados,
de imprecaciones,
de "malas palabras" que salieron del televisor?
¿Y la música?
La música se hace bandadas de aves,
pájaros de distintos cantos
asomados al balcón celeste del aire.
Y las caricias son césped, gramilla,
pastito tierno por el que podemos
correr descalzos,
echarnos panza al sol para dormir la siesta...
Las amenazas se transforman en rejas:
las de las cárceles y las que nos
separan de la alegría.
Los besos son la lana de las ovejas.
Y luego el pulóver que te pones cuando refresca,
la bufanda que te tapa la nariz, la manta de tu cama...
Las mentiras son el fuego que incendia los bosques.
¡Oh, cuida lo que pones fuera de ti,
no creas que lo puedes echar a la basura...
porque la basura no desaparece mágicamente...,
fíjate como tratan las naciones de defenderse
de la basura nuclear
que los países poderosos desparraman por la tierra!
Vamos a tomarnos del dedo meñique,
como cuando estábamos en sexto grado,
tú y yo, como dos amigos de verdad...
y nos vamos a prometer:
No contaminar el mundo con palabras que duelan,
con rencores,
con venganzas,
con indiferencia,
con violencia,
con malas intenciones,
con desidia,
con abandono...
Y seguro que ni tú ni yo queremos
que la desdicha sea la neblina de los amaneceres,
que los llantos sean los truenos de las tormentas,
que el viento de la desesperanza
el altavoz del aullido de los lobos...
¿A dónde se va lo que se va?
Se va a dar una vuelta por ahí,
y luego torna, vuelve, regresa,
pasa nuevamente a nuestro lado, no desaparece,
no se borra, no se debilita...
Estará siempre.
Y no queremos que las penas
arrastren sus cadenas de fantasmas...
No queremos que el desamor ataque con el diente
envenenado de la cobra...
No queremos que las violetas sean un ramillete de espinas...
Por eso, cuida tu voz y tus palabras...
cuida tus pensamientos...
Porque todo lo lleva el viento, y
El viento sopla donde quiere,
tú oyes su voz, pero no sabes
a dónde va, de dónde viene...
( POLDY BIRD, Panamá, 1941 )
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