Con los libros viajas aquí y allá. Con ellos ríes, te entristeces, sufres, gozas.... Qué grandioso arte el de escribir libros para que el lector los disfrute. Cuánta imaginación, cuánto tesón, cuánto esfuerzo, cuántas horas de dedicación....
¿Qué impulso le lleva al escritor a "vaciarse" en su libro para luego mostrárnoslo? A veces me he hecho ésta y otras preguntas parecidas.
Hoy me he encontrado con este texto que os dejo, el viene a responder mis interrogantes:
( Carlos Boaglio )
A veces me pregunto por qué escribo.
Las respuestas se diluyen, bifurcan y multiplican.
Hay una fuerza interior indescriptible que me lleva a navegar por el placentero mar de la escritura y allí mi barco pierde el rumbo y mi mano ya no es mía y mi espíritu se transforma y mi ser percibe la sensación de ser “el otro”: el que escribe.
Y transito caminos: oscuros y lumínicos, sedientos y con agua, frescos y templados.
Hay un laberinto que me lleva profundo, voy descendiendo escalones y abriendo los cerrojos de mi alma, mirándome hacia adentro y percibiendo las voces que me llaman.
Siento el desgarro y el placer al mismo tiempo y la soledad se instala con la dulce compañía...
Estoy solo, muy solo, aislado en el rincón del gozo y del dolor mancomunados.
A veces el naufragio llega pronto y las palabras se desparraman en el espacio de una hoja manchada... moribundas, heridas, carentes de sentido.
A veces los vocablos llegan en torrente torbellino como una cascada que brota a borbotones y otras veces se anclan en el puerto seco de la incertidumbre.
A veces me preguntan por qué escribo.
Y yo no sé explicar a ciencia cierta esta increíble vibración en la que el alma flota.
A veces me pregunto por qué escribo.
Quizás para erradicar tanta locura contenida o tal vez por ese deseo inconsciente de ganarle a la muerte.
La duda es siempre la enemiga y la frase, esa extraordinaria compañía.
No sé si soy poeta, narrador o dramaturgo... sólo voy cosiendo palabras con el hilo invisible de la entrega...una entrega que llega hasta el despojo...
Y me quedo desnudo... y la humildad me inunda, y me inclino ante mi espíritu que fluye... me entrego, así, sencillamente y soy “el otro”.
Entonces, la noche va poniendo nombres y las cosas cotidianas se transforman... el dolor es dulce como un veneno que me quema... y me asalta el amor por la ventana... y hay estrellas en manteles nuevos... y la taza de café ha venido de visita, deslumbrante.
Y los pájaros picotean por las sillas, las cárceles abren todas sus compuertas y se estampan los astros en los vidrios...
Las lágrimas son la lluvia cristalina y la carcajada está dando serenata sentada en el farol de una esquina...
Y me voy de visita con mí mismo a recorrer un universo poblado de extrañezas sin moverme de mi sitio... y las palabras se descalzan y caminan por la orilla del viento para abarcar el mundo.
Y hoy estoy acá para decirte un poco de ese mundo... También estoy desnudo con mi alma que te confiero como un acto de amor, humildemente.
No sé si te gusta, siquiera, lo que escribo...Pero te lo doy, sencillamente... te lo concedo.
A veces me preguntan por qué escribo.
A veces me pregunto por qué escribo.
No lo sé... pero lo entrego.
(Fragmento del Recital Poético: “A veces me preguntan...”)
Carlos Boaglio. Las Varillas ( Córdoba ). Argentina, 1958.
2 comentarios:
Edelia, gracias, ¡qué forma más bella tiene Boaglio de explicar por qué escribe!
Si me pudiera escuchar o leer, le diría: "Escribes porque una fuente seca no es una fuente y tú no serías tú sin escribir".
Escribir es una necesidad para algunas personas, como el respirar, como comer o beber.
Sólo les queda la palabra para rebelarse contra la injusticia, la mentira, la sinrazón, la barbarie.
Hay quien grita, hay quien llora, hay quien escribe. Hay quien escucha, quien consuela, quien lee. Hay quien no hace nada.
Hay quienes escriben para ganarse la vida, pero hay otros que escriben para que la vida no les gane...
¡Ah!,esas voces del alma que nos animan a escribir... Es cierto que nos vamos desnudando poco a poco con cada palabra que escribimos, pero en seguida nos llega un vestido nuevo y queremos regalarlo por nada, lo lanzamos al aire por si le sirve a otro de consuelo, de estímulo o de diversión.
Escribir es vaciarse y llenarse a la vez porque nadie recibe tanto como el que da.
Ese "otro" que habita en nosotros es el que tiene todo el mérito...si escribimos algo que merece la pena. Sólo debemos aprender a escucharlo y a plasmar su mensaje con humildad.
Habla donde menos te lo esperas y calla cuando lo estás esperando: es caprichoso y no se doblega a tu voluntad. Te hace dudar, te hiere, pero nunca mata porque se estaría suicidando. Te exige, te reta, te eleva y te humilla, pero debes estarle agradecido porque si desapareciera, sólo seríamos una fuente sin agua, nada...
Gracias de nuevo por compartir un texto tan bello.
Un abrazo amiga.
Precioso comentario, Trini. Eres un encanto. Es verdad que nadie recibe tanto como el que da. ¿Has pensado alguna vez que tú también das cuando escribes? Yo si que percibo que lo recibo cuando te leo. No es un cumplido, amiga, te lo digo como lo siento.
Un abrazo.
Publicar un comentario