Estoy yo estos días muy sensibilizada ante la tan conocida y utilizada palabra "Maestra". Siempre me ha gustado muchísimo esa palabra. Tiene un sabor, un aroma, un poso.... Jamás alcanzarán, ni de lejos, los tan actualizados y socorridos: "Profe", "Seño", ni mil zarandajas que los tiempos que corren quieran utilizar.
"Maestra" ¡qué bien suena! ¡ahí queda eso! ¡qué palabra tan rotunda! ¡qué gusto da oirla!Decía que ando especialmente sensibilizada con esa palabra, porque hace escasos días tuve que asistir a un suceso muy triste. Asistí a un tanatorio para acompañar a un antiguo y querido alumno mío a quien se le había muerto un hijito de cuatro años. ¡Qué pena! ¡Cuánto dolor!
Allí estaba mi alumno, roto de dolor, rodeado de todas las personas que lo acompañaban, que eran muchas, allí estaba toda su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo.....
Fernando, cuando me vio, se abrió paso entre los suyos, vino hacia mi, me abrazó muy fuerte, muy fuerte.... Un abrazo muy largo, larguísimo, sin palabras, en silencio.....¡para qué hablar!
Se volvió hacia los suyos y dijo: "Esta es mi Maestra".
Allí estaba mi alumno, roto de dolor, rodeado de todas las personas que lo acompañaban, que eran muchas, allí estaba toda su familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo.....
Fernando, cuando me vio, se abrió paso entre los suyos, vino hacia mi, me abrazó muy fuerte, muy fuerte.... Un abrazo muy largo, larguísimo, sin palabras, en silencio.....¡para qué hablar!
Se volvió hacia los suyos y dijo: "Esta es mi Maestra".
Han pasado muchos años desde que yo fui su Maestra, hoy Fernando tiene cuarenta años y es Médico. Aún le oigo decir ese día: "Yo he tenido muchos Profesores, pero ésta que abrazo es mi Maestra".
Escribiendo esto mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Son lágrimas de emoción y de una enorme gratitud.....¡Pero si han pasado tantísimos años!
Escribiendo esto mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Son lágrimas de emoción y de una enorme gratitud.....¡Pero si han pasado tantísimos años!
Subida en mi coche, de regreso a casa, no cesaba de preguntarme: ¿Realmente merezco el apelativo de tan mágica palabra?
Basta con que un solo alumno me recuerde como su Maestra para que mi dedicación a la enseñanza durante cuarenta años tenga ya sobrada recompensa.
Gracias, Fernando, nunca pudiste poner mayor dulzura al llamarme, a pesar del momento tan amargo que te tocaba vivir.
2 comentarios:
Muy bonito lo que has escrito. Seguro que si lo lee Fernando se va a emocionar tanto como tú al escribirlo.
Éste es uno de esos momentos especiales que se viven muy de tarde en tarde y que se recuerdan para siempre.
Es verdad que "maestra" es una palabra preciosa...
evidentemente preciosa palabra y un calificativo correctísimo para tí,, eres la eina de la enseñanza y por lo tanto una" GRAN MAESTRA",, besos tiita, mª jose abad.
Publicar un comentario