Cuenta una antigua fábula india que había un ratón que estaba siempre angustiado, porque tenía miedo al gato.
Un mago se compadeció de él y lo convirtió… en un gato. Pero entonces empezó a sentir miedo del perro. De modo que el mago lo convirtió en perro.
Luego empezó a sentir miedo de la pantera, y el mago lo convirtió en pantera. Con lo cual comenzó a temer al cazador.
Llegado a este punto, el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole: “Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón”.
Y acabada esta fábula me surgen las preguntas: ¿tendrá mi corazón tamaño de ratón y se conforma con encontrar para mañana un “pequeño trozo de queso”?
¿Será un corazón esperanzado que lucha por averiguar que me trae cada nuevo día?
¿ Será un corazón luchador que abre horizontes porque así lo necesita?
¿Cómo será, cómo será?
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