También
en el entrañable “Platero y yo” se dedica un capítulo al tiempo navideño. Juan
Ramón Jiménez describe el ambiente de un día de diciembre con la maestría que
sólo él y otros grandes como él, saben hacerlo. Se vislumbra el día, se huele, se
respira, se palpa…
"¡La candela en el campo!... Es tarde de Nochebuena, y un sol
opaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de
todo azul, con un indefinible amarillor en el horizonte de Poniente... De
pronto, salta un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder;
luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el
humo y puebla el aire de puras lenguas momentáneaparecen lamerlo.
¡Oh la llama en el viento! Espíritus rosados, amarillos, malvas,
azules, se pierden no sé donde, taladrando un secreto cielo bajo; ¡y dejan un
olor de ascua en el frío! ¡Campo, tibio ahora, de diciembre! ¡Invierno con
cariño! ¡Nochebuena de los felices!
Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire
caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante. Y los niños
del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres
y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y
castañas, que revientan, en un tiro.
Y se alegran luego, y saltan sobre el fuego que ya la noche
va enrojeciendo, y cantan:
...Camina, María,
camina José...
Yo les traigo a Platero, y se lo doy, para que jueguen con
él."
Juan Ramón Jiménez.
Etiqueta: Tiempo navideño.
1 comentario:
Qué ternura... así es Platero.
Y qué oportuno, Edelia, compartir este texto.
Un abrazo, querida amiga
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