EXPERIENCIAS PARA COMPARTIR CON PERSONAS "JUBILOSAS" QUE AMAN LA VIDA Y LA BELLEZA.

martes, 1 de noviembre de 2011

DICE EDUARDO GALEANO....


Traigo a mi blog muchas veces cosas que cuenta Eduardo Galeano en sus libros, es que disfruto mucho leyendo a este escritor. Son cosas tan tiernas, tan entrañables que hacen mucha huella en mi. Hoy se centra en este anciano, que como todos a su edad, disfruta recordando cosas y lugares que se pierden en el tiempo, pero no en su memoria. Qué bien lo cuenta:


EL ABUELO.


"Los geólogos andaban persiguiendo los restos de una pequeña mina de cobre que se había llamado Cortadera, que había sido y ya no era y que no figuraba en ningún mapa. . –

En el pueblo de Cerrillos, alguien les dijo:

–Eso, nadie sabe. El viejo Honorio, es quién bien lo sabe.

Don Honorio, vencido por el vino y los achaques, recibió a los geólogos echado en el catre. Les costó convencerlo. Al cabo de algunas botellas y de muchos cigarrillos, que sí, que no, que ya veremos, el viejo aceptó acompañarlos al día siguiente.

Agobiado, a los tropezones, emprendió la marcha.

Al principio, andaba a la cola de todos. No aceptaba ayuda, y había que esperarlo. A duras penas consiguió llegar hasta el cauce seco del río.

Después, poquito a poco, pudo afirmar el paso. A lo largo de la quebrada y a través de los pedregales, el cuerpo doblado se le fue enderezando.

iPor ahí! íPor ahí! –señalaba el rumbo, y se le alborotaba la voz cuando reconocía sus lugares perdidos.

Al cabo de un día entero de caminata, don Honorio, que había empezado mudo, era el más conversador. Iba subiendo lomas y remontando años: cuando bajaron al valle, él marchaba por delante de los jóvenes exhaustos.

Durmió de cara a las estrellas. Fue el primero en despertarse. Estaba apurado por llegar a la mina, y no se desvió ni se distrajo.

Ése es el trillo de la excavadora –señaló. Y sin la menor vacilación, ubicó las bocas de los socavones y los lugares donde habían estado las mejores vetas, los fierros muertos que habían sido máquinas, las ruinas que habían sido casas, los secarrales que habían sido vertientes de agua. Ante cada sitio, ante cada cosa, don Honorio contaba una historia, y cada historia estaba llena de gente y de risa.

Cuando llegaron de regreso al pueblo, él ya era bastante menor que sus nietos".


Eduardo Galeano.






3 comentarios:

Clarissa Rodriguez dijo...

Tienes razón Edelia.
Hay mucha ternura en los relatos de Galeano. En este en particular, una mirada llena de amor, quizás en razón de sus propios recuerdos.
Y que gran regalo de Dios es la memoria, que con su inmenso tamiz, va dejando los más bellos y puede encontrar justificación para los otros, los que no son tan bellos

Un abrazo!

Edelia's Club dijo...

Gracis, Clarissa, por tu visita. Bello y recomendable tu pensamiento.
Un abrazo en la distancia.

Doña Eñe dijo...

Ese final de él ya era bastante menor que sus nietos es fantástico, bien por Galeano! Todo un psicólogo del alma humana.
Los recuerdos iban rejuveneciendo al abuelo: hermoso relato lleno de matices tiernos.
Un abrazo.
:)