Qué privilegio es poder disfrutar unos días de la quietud, del silencio. Durante estos días del esperado “puente”, me he sentido feliz saboreando el silencio….
Este pueblecito aragonés, tan frecuentado en verano, se queda solito en invierno. Sus asiduos visitantes estivales le temen al intenso frío de invierno.
Qué delicia escuchar el silencio…. Es evidente que vivimos en un mundo terriblemente ruidoso. Por donde quiera que vayas te abordan ruidos, a veces, no deseados. Es cierto que no tenemos mucha posibilidad de controlar esos ruidos ambientales, pero sí disponemos de un control total de nuestro propio silencio. En nuestro espacio interior sí es posible cultivar una amistad con el silencio.
Cualquier melodía musical está formada por notas y por silencios. Tan importante son las unas como los otros.
Con frecuencia se comenta que sólo cuando dos personas han llegado a una gran intimidad pueden sentirse cómodas guardando silencio.
El silencio es muchas veces más elocuente que las palabras….
Con el silencio, que no sólo es ausencia de ruidos, puedes alcanzar ese estado tranquilo en el que puedes oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad….
Me quedo con la frase que leí no hace mucho, lamento no recodar de quién, que decía: “Entraré de puntillas, sin hacer ruido, para no romper la hermosura que me ofreces a través de tu silencio”.
3 comentarios:
Qué razón tienes, no sabes lo que mis, en ocasiones, doloridos oídos ansían el silencio.
Poder meditar, observar, leer... disfrutando en silencio, es un bien muy preciado, cuando sólo puedes disfrutarlo de tanto en tanto.
Bonita imagen, evocadora de esa tranquilidad que mencionas en tu entrada.
Un abrazo
¡Ya falta menos para las vacaciones! El trimestre está "moralmente vencido". Ojalá en esos días encuentres el descanso que tanto mereces. Y además del descanso, te deseo,disfrutes mucho, muuu..cho, de todo aquello que la jornada laboral va robando poco a poco.
Un abrazo, amiga.
Que belleza todo lo que dices y que hermoso paisaje muy apropiado para la reflexión, el recogimiento, la descontaminación y la quietud del alma.
La nieve siempre me ha llamado la atención, desde que era niña. En ese tiempo leí algo así como “Un gatito blanco no deja huellas en la nieve”… (¡!)
Sólo dos veces en mi vida he visto nevar. La primera vez vivía en Santiago (Chile) y toda la gente, también yo, salió a la calle y bailaba y cantaba ante el espectáculo inusitado. La segunda vez, aquí en Temuco, pero fue muy breve. Nuestro clima es más bien templado y sólo se encuentra nieve en las zonas cordilleranas.
En relación al silencio me encanta aquello de “escuchar el silencio…”
Un gran abrazo, querida amiga
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