EXPERIENCIAS PARA COMPARTIR CON PERSONAS "JUBILOSAS" QUE AMAN LA VIDA Y LA BELLEZA.

martes, 14 de diciembre de 2010

PINTANDO DESDE SU MONASTERIO DE CLAUSURA...


El arte se lleva dentro, muy adentro, estés donde estés sale, fluye al exterior. Así es, afortunadamente para quien lo posee y para quienes nos deleitamos contemplándolo.



¿Cómo, si no fuera así, podríamos disfrutar de estas magníficas pinturas realizadas por una monja "escondidita" dentro de un monasterio de clausura?



ISABEL GUERRA, la monja pintora, nace en Madrid en el año 1947.



Desde su clausura en el Monasterio Cisterciense de Santa Lucía en Zaragoza, trabaja y trabaja en sus cuadros.....


Cada dos o tres años expone su obra en Madrid, la galería se llena de visitantes y sus ventas están aseguradas.


Sus vocaciones han vivido paralelas desde jovencita: PINTAR Y AMAR A DIOS.



Cuando la entrevistaron decía: " Pinto con una espátula, no empleo para nada los pinceles, aunque la gente no se lo crea".



Dice en otra ocasión: "Con la literatura y la pintura se puede lanzar un mismo mensaje, que yo pretendo sea de paz, de serenidad y de valores transcendentes".



"Intento recoger ambientes de paz y de encuentro con uno mismo. Son temas de la vida cotidiana en actitud reflexiva".


Convencida de que este mundo se puede mejorar, lanza su mensaje de esperanza: " LA BELLEZA ES POSIBLE, SÓLO HAY QUE BUSCARLA Y EXPRESARLA".




( Para ver el lienzo en mayor tamaño, clic sobre la pintura)


2 comentarios:

Con Claridad dijo...

Qué hermoso regalo has traído Edelia.
Un corazón generoso que con su arte comunica tanto amor.
Me ha llamado la atención el detalle de la "espátula". Seguramente porque guarda relación con "las herramientas" que Dios dispone en nuestras manos; esas y no otras, se van transforman en instrumentos preciosos cuyas afinadas notas resuenan en el universo entero

Doña Eñe dijo...

Hace pocos años estuve en una exposición de Isabel en Madrid, en Sokoa, una galería demasiado pequeña para una obra tan grande: se necesita más espacio para contemplar sus cuadros y, así, poder percibir la atmósfera que envuelve sus figuras desde la distancia. Es como si el cuadro de Las Hilanderas estuviera expuesto en una habitación pequeñina. Además, había tanta gente que era imposible complacerse en su maravillosa obra.
Esta monjita pinta con la Luz que Dios le envía desde lo alto.
Un abrazo.