Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con un niño del pueblo, un pobre infeliz, de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y limosnas. Diariamente algunos hombres llamaban al niño al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 400 reales y otra de menor tamaño, pero de 2000 reales. El siempre cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba el grupo divertirse con el inocente, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió. Lo sé, no soy tan tonto. Ella vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el jueguecito acaba y no voy a ganar más mi moneda, aunque sea la pequeña.
Después de leer este cuentecito se podrían hacer algunas preguntas:
¿Quien parece tonto, siempre lo es?
¿Cuáles eran los verdaderos tontos de la historia?
¿Una ambición desmedida, puede acabar cortando tu fuente de ingresos?
¿Podemos estar bien, aunque los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros?
¿Qué es más importante lo que piensan de nosotros, o lo que uno piensa de sí mismo?
¿Será cierto esto que leí en cierta ocasión ?
El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente.
3 comentarios:
Excelente leccion. Es dificl saber quien es el tonto en este mundo tan absurdo.
Tonto y sus acepciones: No es igual "tonto" que "medio tonto". Ni es lo mismo que "tonto de remate". Entre los tontos se ve que hay grados más o menos acentuados.
Y.... cuidado con "hacerse el tonto", los que pertenecen a este último grupo pueden ser peligrosos.
¡Gracias por tu visita!
Me ha encantado este cuento, tan real como la vida misma.
La experiencia me ha enseñado que muchas veces - por no decir todas - es mejor hacerse el tonto. La persona realmente inteligente es la que sabe que no sabe nada, que es mucho saber.
Un abrazo amiga y feliz domingo.
:-)
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