La semana pasada estuvimos unas amigas en la casa que una de ellas posee en Valverde de Júcar. Este pueblo pertenece a lo que ellos denominan "La Manchuela". Son las tierras intermedias entre Valencia y La Mancha propiamente dicha.
Mi amiga Mª Luz, la propietaria de la casa, tenía un gran interés de que fuéramos ahora y no más tarde porque la naturaleza esta bellísima, rica en vegetación y colorido.
Mi amiga Mª Luz, la propietaria de la casa, tenía un gran interés de que fuéramos ahora y no más tarde porque la naturaleza esta bellísima, rica en vegetación y colorido.
Hemos disfrutado, entre otras cosas recogiendo flores silvestres de los más variados colores, aunque las que siempre predominaban, cómo no, son las amapolas.
Mª Luz, muy amante de la poesía, que aunque dice perder su memoria recita cientos de ellas, nos hizo jugar a un juego que ella recordaba de niña:
Mª Luz, muy amante de la poesía, que aunque dice perder su memoria recita cientos de ellas, nos hizo jugar a un juego que ella recordaba de niña:
Cogía capullos de amapola totalmente cerrados, y no sé por qué misterioso secreto ella conocía el color de su interior. Nos miraba muy seriamente a nosotras y nos preguntaba:
"Fraile, monja o chichiribaile". Nosotras elegíamos. Monja tenía que coincidir con el blanco. Fraile con el rojo. Chichiribaile con el morado. ( Cosa rara en Valverde hay amapolas moradas).
Qué risas. Nosotras no acertábamos ni una . Ella acertaba siempre. ¿El secreto? Ninguno, dice ella, salvo que de niña jugó miles de veces, por eso no se equivoca nunca.
"Fraile, monja o chichiribaile". Nosotras elegíamos. Monja tenía que coincidir con el blanco. Fraile con el rojo. Chichiribaile con el morado. ( Cosa rara en Valverde hay amapolas moradas).
Qué risas. Nosotras no acertábamos ni una . Ella acertaba siempre. ¿El secreto? Ninguno, dice ella, salvo que de niña jugó miles de veces, por eso no se equivoca nunca.
En estos juegos andábamos cuando a Mª Luz, ya he dicho que es muy dada a la poesía, nos recitó este poema. Juzgad lo oportuna que fue:
IDILIO
La pulida paverilla
-¡un capullo de amapola!-
huelga con el paverillo
en la linde de la hoja.
La pavada anda buscando
hormiguitas y langostas
en los cercanos baldíos,
que no tienen otra cosa.
Sentada está la pavera
del lindón sobre la alfombra,
y el pavero de rodillas,
como adoran los que adoran.
Ella ha juntado en el halda,
donde los tallos les corta,
un montón de bien cerrados
capullitos de amapola.
Sin romperlo, en sus dedillos
uno coge cuidadosa
y se lo muestra al muchacho
preguntando: "¿Fraile o monja?"
Y esperando se le queda
¡más picaresca y más mona!...
El capullo será fraile
si tiene rojas las hojas,
pero si las tiene blancas,
el capullo será monja.
Y estático el paverillo,
con ojazos interrogan,
contempla el misterio, y duda,
y se agita, y se emociona,
y mira luego a la niña
que lo apremia, que lo azora,
y lleno del hondo pánico
que presiente la derrota,
se lanza a dar la respuesta
como el que a morir se arroja.
Y apenas ha dicho: "¡Fraile!"
con la voz un poco ronca,
rompe la niña el capullo
y exclama entre risas: "¡Monja!"
Y apenas ha dicho el niño:
"¡Monja!", con voz temblorosa,
"¡Fraile!", le grita riéndose
la paverilla burlona...
¡Está más torpe el muchacho!
¡La niña tanto lo azora!...
¡Y luego, es tan misterioso
un capullo de amapola!...
¡Como que yo no diría
jamás ni fraile ni monja!...
(Gabriel y Galán )
La pulida paverilla
-¡un capullo de amapola!-
huelga con el paverillo
en la linde de la hoja.
La pavada anda buscando
hormiguitas y langostas
en los cercanos baldíos,
que no tienen otra cosa.
Sentada está la pavera
del lindón sobre la alfombra,
y el pavero de rodillas,
como adoran los que adoran.
Ella ha juntado en el halda,
donde los tallos les corta,
un montón de bien cerrados
capullitos de amapola.
Sin romperlo, en sus dedillos
uno coge cuidadosa
y se lo muestra al muchacho
preguntando: "¿Fraile o monja?"
Y esperando se le queda
¡más picaresca y más mona!...
El capullo será fraile
si tiene rojas las hojas,
pero si las tiene blancas,
el capullo será monja.
Y estático el paverillo,
con ojazos interrogan,
contempla el misterio, y duda,
y se agita, y se emociona,
y mira luego a la niña
que lo apremia, que lo azora,
y lleno del hondo pánico
que presiente la derrota,
se lanza a dar la respuesta
como el que a morir se arroja.
Y apenas ha dicho: "¡Fraile!"
con la voz un poco ronca,
rompe la niña el capullo
y exclama entre risas: "¡Monja!"
Y apenas ha dicho el niño:
"¡Monja!", con voz temblorosa,
"¡Fraile!", le grita riéndose
la paverilla burlona...
¡Está más torpe el muchacho!
¡La niña tanto lo azora!...
¡Y luego, es tan misterioso
un capullo de amapola!...
¡Como que yo no diría
jamás ni fraile ni monja!...
(Gabriel y Galán )
No hay comentarios:
Publicar un comentario