Quizás ese sea el problema. Puede que en muchas ocasiones nos empeñemos en resolver dilemas que sobrepasan nuestras posibilidades, que no está a nuestro alcance llegar hasta donde nuestros deseos sí llegan. Hemos de ser conscientes de hasta dónde llega nuestra capacidad de hacer, de resolver, de acompañar, de empatizar, de ayudar...
Por eso me identifico plenamente con estos versos de R. Tagore:
Trabaja tan
simplemente......
No, no está en tu mano el poder
hacer que se abra un capullo.
Sacúdelo, golpéalo: no podrás
abrirlo.
Tus manos lo echan a perder;
tú destrozas los pétalos
y los tiras al suelo.
Pero no aparece ningún color
ni ningún perfume.
¡Ah! no te toca a ti
hacerla florecer.
Aquél que hace abrirse la flor
¡trabaja con tanta sencillez !
Pone la mirada
y la savia de vida que corre
por sus venas.
A su aliento,
la flor despliega sus alas
y se columpia al soplo del viento.
Su color estalla como un deseo del corazón
y su perfume traiciona un dulce secreto.
Aquél que hace abrirse la flor,
¡trabaja con tanta sencillez!
y la savia de vida que corre
por sus venas.
A su aliento,
la flor despliega sus alas
y se columpia al soplo del viento.
Su color estalla como un deseo del corazón
y su perfume traiciona un dulce secreto.
Aquél que hace abrirse la flor,
¡trabaja con tanta sencillez!
Rabindranath Tagore.
Etiqueta: Textos.
2 comentarios:
Me encanta Tagore.
Qué sencilla y profunda manera de hacernos reflexionar.
Me hizo recordar una antigua oración (desconozco el autor) que dice:
"Señor, dame fuerza para cambiar lo que puedo cambiar, la serenidad necesaria para aceptar lo que no puedo cambiar, y la sabiduría para distinguir la diferencia"
Un abrazo, querida Edelia
Bonita oración. Yo la conocía, pero también desconozco el autor.
Gracias, Clarissa, por tu visita.
Un abrazo, amiga.
Publicar un comentario