EXPERIENCIAS PARA COMPARTIR CON PERSONAS "JUBILOSAS" QUE AMAN LA VIDA Y LA BELLEZA.

lunes, 25 de julio de 2011

CONVERSAR......

Lienzo de Morgan Weisting´s.


Generalmente hablamos mucho. ¡Pero qué pocos saben conversar! A veces ese intercambio, esa amistosa comunicación, resulta fatigosa, frívola, sin esencia, hipócrita y hasta irritante. ¡Qué lejos está eso de llenarnos el corazón y enseñarnos ese renovado florecer de conversar a profundidad, mostrando las heridas, dejando correr las lágrimas y quedando al descubierto todo ese mundo interior que nos sacude!


La conversación es como un don mullido por las palabras íntimas, sinceras. Un golpe de llamada es suficiente para darnos cuenta de que en el corazón amigo hay una lámpara encendida para mí.

A veces está en nosotros la causa de nuestros males, y la conversación es ese tronco fuerte que entreteje palabras para llevarnos de las sombras a la luz.

Cuando se nos rompen las razones y se nos acaban las fuerzas, es el momento de conversar, de abrir ese cofre inestimable de la amistad que siempre guarda algo que pueda servirnos: paz, equilibrio, suavidad, amor.


Conversar a gusto es rebosar de consuelo una copa que no tiene precio.

La conversación es como un escudo que desvía las flechas de la confusión y de la amargura. Conversar es deshacer a veces las cosas que nos oprimen, como se deshace la espuma en el mar. Las penas se desmenuzan, como si la conversación fuera un ungüento mágico para calmarlas.


Cuando se sabe conversar no hay palabras huecas, todas parecen rocío sobre la corteza de la vida, abrasada por el sol o sacudida por las tempestades sentimentales.

La conversación tranquiliza, nivela, refresca, orienta, ayuda.

Después de una conversación íntima, sabrosa, parece que hemos retoñado. Y sólo después de retoñar podemos esperar las flores y los frutos.


Conversa hondo, tierno, tranquilo, relajante, lúcido, sensato, comprensible. Sin olvidar la indulgencia y la justa medida. Conversa vaciando lo mejor que tienes para dar. Conversa tocando las fibras más sensibles y más sabias para que otros se valgan de ellas y las utilicen para su bien.


Conversar es poner a espigar dos granos que se confunden y se identifican en copa y raíz. Los labios que ponen amor al conversar, tienen una canción muy alta que enciende la vida, y otra muy secreta, que se nos queda dentro.


Entre tanto tumulto, ruidos y carreras se olvida uno al conversar de sacar esas ideas que sirven para echar raíces, y esas raíces que sirven para sostener la amistad sin medir los años.


La vida moderna ha eliminado el espacio para conversar. Y ha empezado a llamar superfluo a ese tiempo en que cada persona da su mensaje, su palabra tibia, abre sus alforjas y enciende su luz. Con la vida moderna nos hemos acostumbrado a mirar “por fuera”, atendiendo sólo al fichero numerado de trabajos, lugares, cosas. Y olvidando que también por dentro hay un espacio inmenso que llenar. Y que en ese espacio tenemos obligación de colgar mariposas, sueños, milagros, fe.


Tenemos obligación de conversar con palabras que sean llaves para ver de qué agoniza el hombre detrás de cada puerta. Y de qué enfermedad padece que lo está haciendo morir poquito a poco, todos los días.


Conversa para que la vida de los demás palpite con tu vida.


Zenaida Bacardí de Argamasilla

Del libro: “Corola nueva




4 comentarios:

Hotel Existencia dijo...

Hola Edelia,
¿Cómo va todo?
Aunque ya hace algunos días que tenemos vacaciones, no he podido quitarme la pereza de encima. Desconectar del undo era un anecesidad vital, por eso, entre otaras cosas, en mi blog sigue estando la imagen de una maleta con un hasta pronto. Poco a poco empiezo a resurgir de ese sueño profundo en el que he estado dormitando estos días.
Preciosa la entrada y el texto que has elegido. Es cierto que ese tipo de conversaciones son desgarradoras y liberdoras a la vez, pero también es cierto que con muy poca gente puedes compartirlas, supongo que por eso se impone lo frívolo, lo meramente cortés... el ser humano tiene necesidad de comunicarse, de saber que alguien, en algún lugar, le devuelve el mensaje, aunque ese mensaje no pase de ser un mero comentario sin importancia.
Besos

Clarissa Rodriguez dijo...

"Conversa para que la vida de los demás palpite con tu vida"

Yo no se si se puede llamar "conversar" a los encuentros en este espacio virtual. Pero de algún modo el intercambio de ideas, va generando una resonancia poderosa que enriquece el corazón. Ahuyenta la soledad y la vida palpita con un ritmo que tiene eco.
Escuchar "leyendo" tiene también la magia de las coordinaciones y las asociaciones de ideas.

¡Que nuestra conversación continúe palpitante!

Un abrazo, querida Edelia

Doña Eñe dijo...

¡Cuánta verdad hay en esta lectura!
Hoy en día solemos discutir, gritarnos, dar órdenes, protestar, pero...¿cuándo conversamos?
Hace años la mesa era el lugar para que la familia se comunicaba entre plato y plato. La mesa era el rectángulo o la circunferencia donde la familia se comunicaba mirándose a los ojos.
¿Cuántos padres comen actualmente con sus hijos?
Se pasó de la mesa - a veces escuchando la radio -, al sillón a ver la tele con los platos en la mano. Ya no había cruce de miradas pues los ojos estaban/están clavados en la pantalla.
En algunas familias hay varias teles y cada uno come viendo su programa favorito: ahora se habla con los personajes de la tele, se llora o se ríe con ellos, se les insulta, se les pregunta como si pudieran escucharnos.
Ahora el ordenador nos ha aislado aún más: se ha pasado de la mesa familiar a la mesa aislada del ordenador.
Ya no se conversa en familia: los niños conversan o chatean en las redes sociales.
La vida moderna con sus "adelantos" ha propiciado una falta casi total de comunicación en la familia.
De ahí vienen muchos de los problemas de nuestra sociedad de consumo.
Conversar..., una palabra que lleva la preposición de la compañía, CON, y un verbo que tiene algo de poético, VERSAR.
Un abrazo, amiga, y gracias.

edelia sanz dijo...

¡Quécomentarios tan sustanciosos! Muchas gracias a las tres por vuestra visita.
Un abrazo imprgnado del fresquito y aire puro que pululan por estas montañas turolenses.