EXPERIENCIAS PARA COMPARTIR CON PERSONAS "JUBILOSAS" QUE AMAN LA VIDA Y LA BELLEZA.

viernes, 10 de febrero de 2012

SE DICE, SE CUENTA......



Pintor: Morgan Weistling.


¿ Dónde estoy yo ?


Érase una vez un hombre sumamente desordenado, un loco, o quizás un sabio, que, cuando se levantaba por las mañanas, tardaba tanto tiempo en encontrar su ropa que, por las noches, casi no se atrevía a acostarse, sólo de pensar en lo que le aguardaba cuando despertara.

Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en que la dejaba.

A la mañana siguiente sacó el papel y leyó:
"Calzoncillos..." y allí estaban. Se los puso.
"Calcetines" ..... allí estaban. Se los puso.
"Camisa..." allí estaba. Se la puso también.
"Sombrero..." allí estaba. Y se lo encasquetó en la cabeza.

Estaba verdaderamente encantado, hasta que le asaltó un horrible pensamiento:

- "¿Y yo? ¿Dónde estoy yo?" Había olvidado anotarlo. De modo que se puso a buscar y a buscar, pero en vano. No pudo encontrarse a sí mismo.



Martin Buber.

El filósofo del diálogo. Viena, 1878 – Jerusalén, 1965.







5 comentarios:

Clarissa Rodriguez dijo...

Cuánta profundidad hay en esta, aparentemente, sencilla historia.
Es volver la mirada a los valores fundamentales de la vida.

"¿Dónde estás? ¿Dónde está tu hermano?" Son las preguntas más antiguas que Dios le ha hecho al hombre, en torno a las cuales se va construyendo la comunión con Dios.

Realmente un texto muy inspirador, Edelia!
Un abrazo, querida amiga

edelia sanz dijo...

Gracias, Clarissa, tú siempre tienes palabras amables. Un abrazo.

Hotel Existencia dijo...

A veces estamos tan ocupados/preocupados por cosas, no siempre relevantes, que nos olvidamos de nosotros mismos.

edelia sanz dijo...

Gracias,Inma,por tu visita.No te olvides nunca de quién eres ni en dónde estás. Hay muchas cosas necesarias pero tú eres mucho más importante que todas las demás cosas. Si tú no pisas suelo firme serían muchas las cosas que se desestabilizarían.
Un abrazo, amiga.

Doña Eñe dijo...

Curiosa historia en donde todos nos podemos ver reflejados: el no saber dónde estamos no es sólo un problema de falta de memoria sino de identidad.
Sólo ayudando a los que nos necesitan nos encontraremos a nosotros mismos.
Un afectuoso saludo.
:)