En mi pequeño huerto
brilla la sonrosada margarita,
tan fecunda y humilde
como agreste y sencilla.
Ella borda primores en el césped
y finge maravillas
entre el verde frescor de las praderas
do proyectan sus sombras las encinas,
y a orillas de la fuente y del arroyo
que recorre en silencio las umbrías.
Y aún cuando el pie la huella, ella revive
y vuelve a levantarse siempre limpia,
a semejanza de las almas blancas
que en vano quiere ennegrecer la vida.
( Rosalía de Castro )
brilla la sonrosada margarita,
tan fecunda y humilde
como agreste y sencilla.
Ella borda primores en el césped
y finge maravillas
entre el verde frescor de las praderas
do proyectan sus sombras las encinas,
y a orillas de la fuente y del arroyo
que recorre en silencio las umbrías.
Y aún cuando el pie la huella, ella revive
y vuelve a levantarse siempre limpia,
a semejanza de las almas blancas
que en vano quiere ennegrecer la vida.
( Rosalía de Castro )
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