Estoy triste , y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas,
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños,
flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventena a la sombra,
una estrella brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos, mi madre
me mecía en su tibio regazo
al amor de sus ojos radiantes.
Y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida del valle,
se estreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde.
Es la esquila, ha sonado.La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Qué mis lágrimas corran! Ya hay flores
ya hay fragancias y cantos, si alguien
ha soñado en mis besos , que venga
de su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen....
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silensio
las campanas que tocan los ángeles.
(Juan Ramón Jiménez)
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas,
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños,
flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventena a la sombra,
una estrella brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos, mi madre
me mecía en su tibio regazo
al amor de sus ojos radiantes.
Y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida del valle,
se estreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde.
Es la esquila, ha sonado.La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Qué mis lágrimas corran! Ya hay flores
ya hay fragancias y cantos, si alguien
ha soñado en mis besos , que venga
de su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen....
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silensio
las campanas que tocan los ángeles.
(Juan Ramón Jiménez)
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