Hora tras hora, día tras día,
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña,
pasa la vida.
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña,
pasa la vida.
Devolvedle a la flor su perfume
después de marchita;
de las ondas que besan la playa
y que una tras otra besándola expiran,
recoged los rumores, las quejas,
y en planchas de bronce grabad su armonía.
Tiempos que fueron, llantos y risas,
negros tormentos, dulces mentiras,
¡ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
en dónde, alma mía?
Rosalía de Castro.
1 comentario:
La dulce, triste y tremenda Rosalía, ¡qué mujer!
A una flor no se le puede devolver su perfume después de marchita, pero sus semillas pueden dar otra perfumada flor.
Nadie se puede bañar dos veces en el mismo río...
Gracias por compartir su poesía.
Un abrazo.
:)
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