Hace varios años,
era colegiala….
Pasó un hombre muy pálido
junto a mi ventana;
me miró de un modo,
de una forma extraña….
me clavó sus ojos
muy hondos en mi alma
como hinca la fiera en la carne
su atroz dentellada…
Yo sentí a través de mis ropas
aquella mirada,
y toda confusa
me tapé la cara.
No podía dormir esa noche,
mi frente abrasaba,
di vueltas y vueltas
insomne en la cama…
Pensamientos ardientes y oscuros
mi mente poblaban…
visiones muy nuevas
en extraño cortejo pasaban….
y toda temblando,
me volví a cubrir con las sábanas.
¡Fue el primer encuentro
que libraron la carne y el alma…!
Al día siguiente
amanecí pálida;
enjugué en silencio
las últimas lágrimas….
¡Y tomando el dedal y la aguja
Alargué el dobladillo a mi falda!
Margot Guezúraga
2 comentarios:
Que belleza, realmente!!!
Estos versos capturan con tanta elocuencia un momento que pocas veces es expresado en palabras; y sin embargo es trascendente. Pertenece al misterio del eterno femenino.
Gracias Edelia por compartirlo!
Un abrazo, querida amiga
Gracias,Clarissa, por tu visita. Siempre tienes palabras oportunas. Un abrazo.
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