Ayer, parte de mi famila y algunas amigas, teníamos entradas para el Palau de la Música. Una parte del programa era: Concierto para orquesta y arpa de Josepf Haydn. Qué deléite. Magnífica interpretación la del francés Xavier de Maistre tocando el arpa. Es profesor en el conservatorio de Hamburgo y desde mayo de 2002, se convirtió en el primer arpista en la historia de la Filarmónica de Viena que realizaba conciertos en solitario. Qué delicadeza, qué maestría, qué virtuosismo....Cuántas deliciosas melodías le arrebató al arpa. Nos tenía con la repiración contenida para no perdernos ni un solo movimiento de sus manos ni una sola de sus ricas modulaciones.
Oyendo la belleza y grandiosidad del arpa cuando un maestro de ella la interpreta, nos vino a la mente la RIMA VII, que Gustavo Adolfo Bécquer, le dedica:
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡Levántate y anda!"
1 comentario:
Es cierto: yo estuve allí. Cómo disfrutamos! Dicen que el arpa es el instrumento más difícil de tocar, y la verdad es que a mí sí me lo pareció. El arpista tocaba con las dos manos (por cierto, me llamó la atención lo musculosas que eran sus manos- señal de que aparte de maña, hay fuerza), los dos pies (en los pedales), y además sujetaba todo el peso del arpa con su cuerpo. Y mientras, aunque parezca imposible, salía de aquel instrumento una música... casi celestial! Impresionante.
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